¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?
Hay una frase que me ha acompañado en los estudios desde que era pequeño: "un poquito cada día". Mi madre y mi padre me la han dicho siempre. Y, como bien supondrás, casi nunca la he cumplido.
Hasta hace relativamente poco era de los niños y niñas que, la tarde de antes del examen, se encerraban en la habitación a estudiar hasta 20:00 que tocaba entrenar.
No concebía el estudiar con tiempo, en pequeñas dosis, para así después hacer varios repasos los días anteriores y adquirir, que no memorizar (aunque también) la información.
A lo que yo (y probablemente tú también) hacía se le llama: práctica masiva. Para que nos entendamos: "Memoriza la noche de antes y vomita en el examen".
Y viéndolo ahora con perspectiva, ¡normal que no me acordase de nada a la semana siguiente!
Esta práctica masiva puede ser buena para memorizar, pero es nefasta si queremos aprender. No dedicamos el suficiente tiempo a comprender los conceptos, ligarlos con lo que ya sabemos e integrarlos en nuestra memoria a largo plazo (Edición 91).
¿Y cómo se aprende mejor? Hay 3 bloques que son clave: La práctica deliberada, la recuperación o evocación y la práctica espaciada, de la que hablamos hoy.
La práctica espaciada, como vemos en la imagen y como su nombre indica, se refiere a espaciar el estudio/trabajo/práctica en diversos momentos, revisando lo que hemos adquirido en las anteriores (aquí juega un papel fundamental la recuperación).
Esto nos permitirá asentar mucho mejor los aprendizajes, haciendo que perduren en el tiempo y se integren con nuestros esquemas mentales previos.
Esto lo podemos llevar al aula. Si nos pegamos un atracón clasificando palabras según su tónica durante el mes de febrero y no lo revisamos hasta junio... ¿se acordarán de algo? Por ello, es esencial hacer pequeñas revisiones o sacar los temas previos en diversos momentos del curso.
¡Vamos al lío!
Job shadowing (o la observación entre iguales)
En mi opinión, la pandemia, además de forzarnos a utilizar la tecnología (¿seguimos haciéndolo?) y otros métodos de enseñanza-aprendizaje, también nos dejó algo positivo: las puertas abiertas y, en algunos casos, un par de docentes por aula (a modo de refuerzos o con los especialistas).
Es aquí cuando se dan las condiciones perfectas para la observación entre iguales, para mí, una de las mejores formas de aprender, compartir, debatir y, por qué no, ser evaluados.
Bien es cierto que sigue habiendo bastante fricción por parte de algunos/as docentes a ser observados, como se comenta en este tweet de @sebasesrad. Y creo que sería interesante analizar el porqué: ¿inseguridad? ¿Formas de trabajar opuestas a otros docentes? ¿Miedo a la crítica?
En un ideal (mi ideal) los y las docentes, además de apoyar en otras clases, deberíamos tener horas destinadas a la observación y evaluación. Pero cuidado, no la evaluación del otro/a docente, sino de la situación. De la sesión. Despersonalizando la práctica.
Cuando estuve en Vancouver formándome como maestro de inglés como lengua extranjera, teníamos una semana entera observando las sesiones de diferentes docentes de la escuela. Y esto es increíble. En serio.