¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?
Quizá no conozcas a Abraham Wald pero hoy será el protagonista de nuestro aprendizaje dominical. Para saber quién es viajamos hasta el 1939, cuando se desencadena la II Guerra Mundial.
La Royal Air Force (RAF), de los británicos, hastiados y frustrados de que el fuego nazi agujerease y acabase con un montón de sus aviones (y hombres), decidió reforzar aquellas partes donde los aviones solían ser alcanzados.
Para ello contaron con nuestro ya conocido matemático Abraham Wald. El día que Abraham entró a la base de la RAF se encontró decenas de avionetas agujereadas. ¿Cuál se supone que iba a ser su trabajo? Analizar y contar todos esos balazos para obtener la estadística de las áreas que recibían más impactos.
A ojos de la RAF era un plan lógico. Reforzando las áreas donde más impactos hay se pueden crear aviones más fuertes y resistentes. Pero, ¿realmente era así?
Wald, supongo que muy motivado por evitarse todo el trabajo que se le venía encima, se atrevió a cambiar todo el plan de trabajo.
Planteó que los puntos rojos (balazos) tan solo representaban el daño que han sufrido los aviones que han vuelto a la base. Y preguntó, ¿qué pasa con los que no han vuelto?
Todo el mundo enmudeció. No había que reforzar las partes en las que estos habían sido impactados, sino al contrario.
Las partes que están intactas en estos aviones han sido en las que han alcanzado a los otros aviones que no han conseguido volver a la base y han provocado importantes bajas.
Esto es el "sesgo de supervivencia", el hecho de limitarse a observar y sacar conclusiones basándose únicamente en los casos que han sobrevivido al proceso, ignorando los que no.
Y puedes pensar que esto no tiene relación ni con la educación ni con el aula. Déjame que te cuente.
Hace un par de semanas discutía con una compañera del cole los diversos beneficios de mi metodología. Ella, por el contrario, me subrayaba los de la suya.
Todo parecía de "color de rosas" en ambos casos. Ella me enseñaba trabajos impecables. Yo le mostraba exposiciones espectaculares. Ella me enseñaba pruebas sin un fallo. Yo le mostraba maquetas increíbles.
¿El fallo? Supongo que ya te habrás dado cuenta. Ambos nos centrábamos y destacábamos a "los y las supervivientes" de nuestra metodología. Ninguno se paró a pensar si los niños/as con más barreras lograban superarlas en alguno de los casos o si la metodología en sí favorecía a todos y todas o solo a esos pocos "supervivientes".
¡Vamos al lío! Disfruta de las vacaciones de Pascua