¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?

Seguimos con esta mini-serie en la que profundizamos sobre cómo hacer el aprendizaje más eficiente. También en el aula.

En la edición de la semana pasada entendimos que el aprendizaje es hacer conexiones más que almacenar. Cuantas más conexiones, más fácil será llegar a él y utilizarlo. Una vez comprendido este matiz, presentamos cuatro elementos indispensables para que tenga lugar: la memoria, la atención, la motivación y el lenguaje.

Hoy vamos a intentar ser un poco más prácticos, centrándonos en estrategias que pueden ayudarnos a desarrollar el aprendizaje y, sobre todo, que este sea duradero.

¡Vamos al lío!

La práctica deliberada

El psicólogo Anders Ericsson decía algo así como: "Deliberate practice is the only serious way of becoming better at what we are doing" [La práctica deliberada es la única forma de ser mejor en lo que hacemos].

Yo estoy completamente de acuerdo. Como ya comenté en la Edición 109 "la experiencia es un grado", sí. Pero la reflexión sobre esa experiencia te lleva al siguiente nivel.

En resumen, la práctica deliberada no es más que pensar sobre lo que estamos haciendo. Analizar los puntos débiles y reflexionar sobre cómo podemos mejorarlos. Conocer lo que todavía no hacemos bien para ponerle solución.

Es decir, repetir un proceso una y otra vez al final nos hará conseguirlo y perfeccionarlo. Pero si partimos ese proceso en pequeñas piezas y analizamos las que debemos mejorar seremos mucho más eficientes y perfeccionaremos el proceso muchísimo más rápido.

Y de eso van estas ediciones, de hacer el aprendizaje más eficiente.

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La práctica espaciada

Tienes examen el miércoles. Hoy domingo estás todavía bastante tranquila/o. Te programas la tarde del lunes y la del martes para estudiar. Sabes que te dará tiempo. Y también eres consciente de que se te olvidará todo lo estudiado el jueves.

Te suena, ¿no? Eso que todos/as hemos hecho durante prácticamente toda nuestra vida escolar se llama práctica masiva y es lo contrario a la práctica espaciada.

Como te dije en la Edición 115, mi madre, cuando era pequeño, siempre me decía: "Hay que estudiar un poquito todos los días. Diez o quince minutos, pero todos los días". Sin yo ser consciente (y probablemente mi madre tampoco) me estaba intentando inculcar la práctica espaciada.

Es decir, espaciar el estudio en varias sesiones distribuidas en el tiempo, estableciendo sesiones de revisión posteriores para recordar los aprendizajes.

La práctica masiva da buenos resultados en el corto plazo y malos en el largo. La espaciada, aunque nos costará un poco más (igual no en tiempo total, sino en días), "asegurará" el aprendizaje a largo plazo.

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La evocación