¡Buenos días, profe! 👋 ¿Qué tal?
Recuerdo hace años, con mi padre y mis hermanos, cuando nos acercamos al monte que tenemos en “La Canal”. Sorteando oliveras, ramas y broza, nos topamos con un árbol que, a priori, tenía un aspecto bastante sano. Rodeándolo para seguir nuestro camino mi hermano se paró. “¡Eh, mirad lo que he encontrado!”, dijo. Rápidamente nos acercamos mi hermana y yo.
No había visto nunca algo así. Nos asomamos con mucha precaución por una grieta que tenía el árbol en el tronco y que casi subía hasta su copa. Estaba toda negra. ¿Los troncos no deberían ser marrones?
Como cualquier niño/a, movido por la curiosidad, insistimos a mi padre para que viniese. Tras observarlo, y con media sonrisa que nos hacía entrever que sabía la respuesta, nos dijo: “A este árbol le ha caído un rayo. Un rayo latente”.
Esperando una respuesta más fantástica y menos acertada, mis hermanos y yo seguimos nuestro camino esquivando piedras y ribazos. Un camino que, para mi sorpresa, me condujo directamente a la escuela.
Y es que el viernes descubrí que los rayos latentes no afectan tan solo a los árboles, sino también a los niños/as y a su aprendizaje.
Porque, al igual que un rayo latente cae en el interior del árbol, va hasta las raíces con una combustión muy lenta e inapreciable y días después se manifiesta incendiando el árbol, muchas veces con el aprendizaje de nuestro alumnado sucede un proceso parecido.
El aprendizaje va, muy lentamente, haciendo conexiones en su cerebro. Ganando confianza. Estableciendo uniones firmes y sólidas para, cuando uno menos se lo espera, exteriorizarlo y utilizarlo en su día a día como una herramienta.
A estos niños/as los he bautizado como “Alumnado latente”, aquellos/as que tras un proceso de adquisición y asimilación, un día, sin previo aviso, te sorprenden sacando a la luz toda la iluminación que han ido acumulando y trabajando dentro.
¡Vamos al lío!
Vuelvo a tratar el tema de la prohibición de los móviles (dimos alguna pincelada en la Edición 155, por si te la perdiste). Esta vez voy a intentar dar parte de mi opinión de una forma en la que, espero, no extenderme demasiado.
El viernes me topé con este artículo que lleva por titular: “Colegios del CEU apuestan por el estudio profundo y la lectura comprensiva frente al «sobreestímulo»" de las pantallas”. Más allá de la organización, de la cual tengo un desconocimiento casi completo, me gustaría comentar algunas de las frases que ahí se comparten:
¿Y por qué me molestan bastante todas estas afirmaciones? Porque, la misma institución, en 2020, presumían de tener y utilizar las últimas tecnologías. Y en el 2022, buscaban convertir en nativos digitales a todo su alumnado.
Hombre Isaac, ¿y no pueden haber cambiado de opinión? Por supuesto que sí. Es más, lo vería súper positivo, enriquecedor y admirable por haber hecho un ejercicio de evaluación y cuestionamiento de sus principios tan grande. Pero, lamentablemente, sin ningún estudio, ni razones o justificaciones convincentes, me parece que el enfoque viene más desde la parte de maketing y clientes.