¡Buenos días, profe! 👋 ¿Cómo estás?
Estamos llegando al final del verano. A mí se me ha pasado muy rápido y, como me ocurrió el verano pasado, he hecho muchas menos cosas de las que tenía pensadas a nivel de aprendizajes y lecturas.
En poco más de dos semanas volveremos a las aulas y comenzará un nuevo curso. Un curso de cambios y, seguramente, muchos aprendizajes, tanto por parte del alumnado como por la nuestra.
Seguro que durante estos meses se vuelve a abrir el melón de la memorización en la escuela y la importancia de la memoria en el aprendizaje. Pues bien, estos últimos días he querido conocer un poco más el papel de que juega la memoria en nuestro día a día. Y es, o al menos a mí me lo ha resultado, alucinante.
¡Vamos al lío!
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El cerebro es uno de los órganos, o el órgano, más importante de nuestro cuerpo. Es la sala de máquinas que, como un director de orquesta, guía a todo lo demás. También es cierto que, a día de hoy, conocemos más bien poco sobre él.
Hoy vamos a intentar comprender uno de los aspectos que forma parte del cerebro y que es fundamental para el ser humano: la memoria.
Podríamos decir que "la memoria es la habilidad del cerebro para moldearse a partir de nuestras experiencias y que nos permite responder mejor a situaciones de nuestro entorno."
Teniendo en cuenta esta definición, se puede afirmar que la memoria es esencial para el aprendizaje (responder mejor a situaciones de nuestro entorno). Sin memoria no hay aprendizaje. Por tanto, todo lo que somos capaces de hacer, entender, percibir, sentir, etc., depende de la memoria. Cualquier acto que hacemos en el día a día depende de la memoria.
¡Ostras! Pues sí que es esencial, ¿no? Repito. Cualquier acto que hacemos en nuestro día a día depende de la memoria.
Imaginemos que, como en las películas de ciencia ficción, alguien con una pistola de ondas nos borra la memoria. Toda. No queda nada. Ni un poquito. ¿Qué pasaría? Seguro que lo primero que pensamos es: olvidamos nuestro nombre, el lenguaje, donde estamos, qué son las diferentes cosas que vemos. Sí. Todo eso es cierto. Pero también olvidaríamos cómo estar de pie, andar, gestionar las emociones, abrir una puerta. Aspectos que, al menos yo, no creía que dependían de la memoria.
Según he entendido, hay muchas memorias y de muy distintos tipos. Además no son independientes, sino que interactúan entre ellas y se complementan. Destacamos tres.
1️⃣ La memoria sensitiva
Es la más primitiva. Podríamos decir que esta conformada por cinco submemorias (una para recibir y trabajar la información que recibimos de cada sentido). Es impresionante imaginar la cantidad de estímulos que estamos recibiendo en cada instante por los cinco sentidos.
Toda esta información (sonidos, tactos, colores, objetos, olores…) se perciben y entran en la submemoria adecuada pero pocos pasan al “primer plano”, es decir, a la conciencia. Es aquí cuando entra en juego la atención, que actúa como un filtro que nos permite distinguir aquellas cosas que consideramos importantes y desechar las que no.
Por tanto, ahora ya sabemos que la atención también juega un papel crucial. Sin ella, sin este filtro, prestaríamos atención (valga la redundancia) a tanta información que nos volveríamos locos.
En resumen. Estamos constantemente recibiendo información, alguna de ella no somos conscientes ni de que la estamos recibiendo porque el cerebro no le da importancia (evita la saturación y ahorrar energía) y a la que prestamos atención pasa a la memoria de trabajo.